Lo tenemos
delante, pero parece que cuesta verlo.
Es
un hecho: los españoles queremos un cambio en las cosas de la política, y
España necesita ese cambio tanto como el aire que respira.
Ya
no nos seduce la vieja guardia, aunque es verdad que todavía muchos españoles
confían en ellos; pero hemos cambiado, la todavía severa crisis nos ha cambiado, y nuestro corazón ha sido tomado por los que se ha dado en llamar “los partidos emergentes”.
Dicho de
otra manera, queremos otra forma de políticos, y otra forma de hacer política.
La
cuestión es ¿van a llegar al poder las nuevas formas, vamos a poder ver ese
cambio tan deseado?
Pero lo
que hace unos meses era un sueño, una quimera, hoy está al alcance de la mano.
Ciudadanos
se mantiene firme en su posición de no pactar con el PP, y la sombra de un
entendimiento entre el PP y el PSOE se cierne sobre el resultado de las
votaciones, de la misma manera que acaban de aliarse en Francia contra el enemigo
común: el Frente Nacional de ultraderecha de Marine Le Pen.
Ayer, 14
de diciembre, se celebró un debate televisivo entre Mariano Rajoy y Pedro
Sánchez, y el resultado del mismo ha sido tan contundente como enormemente
negativo para ambos: “España no quiere eso, no queremos a ninguno de los dos”.
A pesar de todo, el PP se mantiene liderando las encuestas de intención de voto,
pero muy lejos de una mayoría absoluta. Y aunque esa primera posición en las
encuestas no garantiza una victoria, todo
indica que serán los llamados a formar gobierno. Bueno…
a intentarlo…
Tienen a favor que la
unión de los opositores parece complicada, sea cual sea la combinación, pero hay
algo, quizás puntual del momento que vivimos (y que acaso mañana sea de otra
manera), que ha cambiado: la línea que divide el espectro político ya no separa
las izquierdas de las derechas, sino que separa lo nuevo de lo viejo. No hay
más que ver la cordialidad que se dispensan Albert y Pablo cuando coinciden, a
pesar de todas las diferencias ideológicas que les separan.
La visión
tradicional enfrentaría a PP y a Ciudadanos (derechas), contra PSOE y Podemos
(izquierdas). Pero la realidad es que Albert y Pablo, a pesar de que difieren –y
mucho- en cuanto a sus planteamientos, son capaces de entenderse; mucho mejor
que con cualquiera de los otros (los otros dos se han quedado en tierra de
nadie, y ya ni siquiera se entienden entre ellos).
Y
aquí aparece un rayo de luz.
No,
no un rayo de luz, sino un enorme chorro de luz. Algo que, aparentemente, no
han contemplado los actores de esta obra.
Es,
“simplemente”, una cuestión de imaginación, inteligencia, y coraje.
Como todo.
¿No
estamos VERDADERAMENTE ante una nueva forma de hacer política? (o acaso esas
sanas intenciones no son sinceras…).
Pues es
que esa luz proviene, precisamente, de esa supuesta "otra manera" de entender la política.
El
programa de Ciudadanos y el de Podemos parecen diferir en muchas cosas; Podemos
propone desde posiciones –supuestamente- de izquierdas, y Ciudadanos desde posiciones
–supuestamente- de derechas.
Pero,
curiosamente, sus programas tienen muchos puntos en común: la instauración de
una nueva ética en la política, la inutilidad del Senado, la inutilidad de las
Diputaciones Provinciales, la despolitización del Poder Judicial, la revisión
del Concordato, el fomento de las energías alternativas, el plan contra el
fraude fiscal, la reforma de RTVE, la rebaja del IVA cultural, la reelaboración
del Plan de Dependencia, etc., etc., etc.
Efectivamente,
la lista de diferencias es mucho más extensa pero, en cualquier caso, tienen muchas propuestas comunes.
Si
investigamos en los programas de estas dos formaciones y extraemos aquellas
medidas comunes a ambos nos encontramos, de manera sorprendente (no es tan sorprendente,
pero ese es otro debate), con un montón de medidas en ambos programas que, si
no son las mismas, se acercan muchísimo.
Además,
muchas de esas medidas son de gran calado y muy transformadoras.
Y,
entonces… ¿por qué no nos ponemos de acuerdo y transformamos España?
¿Por
qué no ponemos en valor todo ese importantísimo paquete de medidas compartidas?
Ojo,
estamos hablando de “transformar España”, que no es cualquier cosa.
La
solución es obvia:
1. Ciudadanos
y Podemos debe llegar a un acuerdo para identificar y comprometerse a sacar adelante ese enorme
conjunto de medidas que, sin duda, van a transformar el país.
2. El
que saque más votos, ¡gobierna a su criterio!
3. El
otro, defensa a muerte con el primero, permitiéndole gobernar durante toda la
legislatura y defendiéndole en los Presupuestos, en las Mociones de censura,
etc., con la condición, exclusivamente, de que ejecute el paquete de medidas
transformadoras.
En el resto la gobernanza, que haga lo que considere
más oportuno.
¿Quién
gana? El país y los ciudadanos.
Obviamente.
¿Quién
pierde? Si descontamos a la vieja
guardia, no pierde nadie, todos ganan. España gana.
Es cierto
que uno de ellos -el más votado- va a gobernar con sus propias y particulares
ideas, pero eso lo iba a hacer, de cualquier manera, uno de esos partidos, y partimos
de la premisa de que, en ningún caso, entrarían en coalición de gobierno por
mera incompatibilidad de criterios.
Y
además, si VERDADERAMENTE estamos hablando de “otra manera de hacer las cosas”,
no estaría de más que el partido ganador, antes de imponer su criterio con el
clásico “rodillo”, consultara con sus socios.
Porque se
han puesto de acuerdo y son socios en un gran proyecto común que se llama
España… ¿o no?
abap
1 comentarios:
Postelectoral:
http://www.ecorepublicano.es/2015/12/podemos-los-esta-volviendo-locos-o-de.html
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